miércoles, septiembre 28, 2011

Caballerosidad.

De una vez aclaro. Yo no soy nada caballeroso. Y si a usted le afecta esta situación, será mejor que no lea éste post y vaya a ver fotos de unicornios, príncipes azules y extrañar los viejos tiempos donde no había los mismos derechos de las mujeres que con los hombres.

Dicho lo anterior, cabe aclarar que sólo en ciertas ocasiones en las que yo valoro ser caballeroso es cuándo lo soy. He tenido problemas con ciertas situaciones, hasta mi novia me sigue reclamando de alguna vez que no le arrimé una silla que estaba a unos 2 metros de distancia para que se sentara en el trabajo y le pudiera explicar algo. Pero sobre todo dónde levanto ámpulas es cunado ando por la calle y mis criterios para dejar un lugar son controvertibles y bien que me he aventado rounds con viejas argüenderas.

Les pongo el ejemplo más reciente:

Resulta que después de estar parado casi todo el día de un lado para otro en el trabajo haciendo corajes con los burócratas, al terminar el día lo que uno quiere es poder sentarse y que los pies descansen un poco, aunque aún sigan dentro de los incómodos zapatos. Pero ya sentir un alivio en las piernas que al final parece ser de las pocas satisfacciones que uno tiene en el día. Saliendo del trabajo puedo esperar el camión que me lleve a algún metro cercano pero con alta probabilidad de que no alcance lugar y debido por el tiempo del trayecto, no me siente hasta al menos hora y media después de viajar por camión, metro y otro camión. Así que decido caminar las 5 cuadras, aunque me duela, para llegar a la base del camión y poder irme sentado desde el principio. Eso implica perder tiempo en caminar y además todo el tiempo que se pierde el estar esperando a que el chofer se le de su gana que vea que el camión ya esté lo suficientemente lleno para poder arrancar.

En todo ese esfuerzo pierdo alrededor de 20 minutos pero al fin estoy sentado y descansando (dentro de lo que se puede esperar en un camión del DF). Arranca el camión y a sólo DOS cuadras adelante se sube la demás gente huevona que consideró que caminar esas dos cuadras era mucho y mejor espera ahí el camión. Pero además, se sube una mujer joven con un niño de cómo 4 años en brazos acompañado con alguien que parece ser su hermano que ronda los 17 años de edad.

Creo que la primera impresión que causo la primera vez que me ven mi cara es que soy “buena onda” o que soy muy pendejo e inmediatamente creen que me levantaré de mi asiento para ceder el lugar. Pero para su sorpresa NO LO HAGO!!.. principalmente porque, si no quizo caminar dos cuadras y esperar para irse cómoda y sentada con su niño, quiere decir que está dispuesta a ir así todo el trayecto, de no ser así, entonces estamos ante una situación en dónde aprovecha su condición de “invalidez” con la confianza de que alguien le seda el lugar sin esforzarse, ni esperar ni hacer nada.

Para esa situación veo dos soluciones: la primera es que, despierte al niño (eran las 5 de la tarde) y creo que a los 4 años ya tiene suficiente edad para caminar o al menos ir de pie y así dejar de generar lástima a la demás gente. Ahora, en el supuesto que hay cosas ocultas que a veces no vemos, podría ser que el niño está muy enfermo o que no puede caminar por alguna razón. Entonces está la segunda solución; que sería que su acompañante, hombre de aprox 17 años cargue el niño para que su mamá descanse mientras viaja en el camión. A edades más tempranas yo tenía que cargar botes de cemento para hacer colados en edificios de departamentos, así que debería tener huevos para cargar un niño.

Pero no, siento que mejor esperan a que le cedan el lugar así porque sí. Y ahora para hacer la situación más dramática, las mujeres se confabulan para hacer la situación aún más lastimera. Se levanta una viejecita para cederle el lugar!!
Ahora si aplica el “háganme el cabrón favor”!!!.. Con eso ya le aplican un exponente a la lástima que quieren ocasionar con el pasaje. La mayoría de veces (porque no ha sido la primera vez que veo esta treta) es que ya cae un wey y le cede el asiento a la viejecita y así las dos se salen con la suya y tienen asiento. Pero creo que esa vez el camión estaba lleno de ojetes (o gente muy cansada de trabajar) y nadie se levantó. No se dejaron llevar por el chantaje y no se dejaron esperar los comentarios de ambas mujeres de “ya no hay caballeros”, “ ya verán cuando están viejos lo que se siente ir de pié”, “ya les llegará esta situación”, etc.

Como yo lo veo, la mujer joven no quiso caminar dos míseras cuadras y esperar un poco tiempo, cosa que muchos preferimos hacer. La otra es que ceder un asiento implica una decisión moral personal y si la viejecita la tomó, pues no debería ser para dar lástima, si no que realmente lo haga según lo que considera sus principios éticos. Pero son mamadas andar haciendo comentarios cuando la solución desde un principio era caminar solo 2 cuadras!!

Y no crean que yo jamás cedo un asiento, pero las condiciones deben ser diferentes. Si hubiera visto que el camión va a mitad de camino y que encontrar un lugar a esa altura es imposible, es lógico que no se puede caminar hasta la base, en ese instante si dejaría el asiento si la mujer va sola. Al igual pasa con cualquier persona anciana (hombre o mujer) que se suba. Es más, por lo regular estoy atento con la gente que se sube, sobre todo si está a mi cercanía, así me evito posibles asaltos, y me doy cuenta cuando alguien está muy cansado, o hasta cuando alguien está enfermo. Sobre todo si están enfermos de gripe, con mareos o con alguna dolencia, no dudo en darles el lugar inmediatamente.
Pero si veo en esas situaciones en dónde quieren dar lástima, en donde esa situación se pudo solventar haciendo un mínimo esfuerzo. Como algunas mujeres embarazas van a los vagones de los hombres en el metro en horas pico. Definitivamente no doy lugar porque hay vagones de mujeres y se supone que entre ellas se apoyan ¿o no?

Eso de ceder asientos, abrir puertas, dar el paso y demás “cortesías” no las doy por el simple hecho de ser de otro género. Siento que si lo hago, estamos cada vez más lejos de tratarnos como iguales TODOS los seres humanos.


sábado, septiembre 10, 2011

Frases: Un matemático invierte en la bolsa.

Debido a que ya he empezado a meterme nuevamente en forma para hacer mi tesis, tengo que leer casi todo lo que se me ponga enfrente relacionado con el tema. Eso incluye libros especializados o algunas novelas o de divulgación con la finalidad de tener más información y que me generen más ideas sobre lo que debo hacer.

Nunca escribo aquí sobre los libros, revistas y artículos técnicos que estudio porque esta no es la finalidad del blog. Pero debido a que es un libro de divulgación y que todo mundo puede leer y entender le dedico un pequeño espació para las pocas frases que me acordé de apuntar.

El Libro lleva por nombre “Un matemático invierte en la Bolsa”  escrito por John Allen Paulos y aunque habla mayormente de su propia experiencia de inversión cuando fue la burbuja de las empresas “.com”. Trata algunas temas que ya me había estado cuestionando con anterioridad. Por contestar y reafirmar mis suposiciones hizo que el tiempo de su lectura fuera provechosa.

Las frases relevantes que pude ubicar son pocas porque no tenía la intención de ponerlas aquí. Pero aquí van:

  • Despreciar a la gente es un ejemplo de arrogancia.
  • El análisis técnico procede de la psicología y, en particular, de la idea keynesiana de anticiparse convencionalmente a la respuesta convencional.
  • El libro -A Non-Random walk down wall street- sostienen que, a corto plazo, las rentabilidades globales del mercado bursátil presentan correlación positiva. Como ocurre con el tiempo atmosférico local.
  • A raíz de la tesis de Eugene Farm en 1964 y los trabajos de Paul Samuel, premio novel de economía, dice que en la cotización de la acción ya está reflejada toda la información que el público tiene acerca de la empresa.
  • Datos, datos por doquier pero ni un solo pensamiento sobre el qué reflexionar.
  • Hay que invertir en fondos asociados a empresas cuya actividad le desagradan y si los fondos dan buenos rendimientos ganará dinero, que podría servir, si así lo desea, para contribuir a las causas políticas que usted defiende. Si los fondos van mal, puede alegrarse de que esas empresas no esten prosperando, lo cual hará aumentar sus ganancias psíquicas.
  • Cuanto menos eficiente sea el mercado, menor será la complejidad de los movimientos de las cotizaciones y más probable será que las herramientas del análisis técnico y fundamental sean útiles. Por el contrario, cuanto mas eficiente sea el mercado, mayor será la complejidad de los movimientos de las cotizaciones y mas se aproximarán éstas a una secuencia completamente aleatoria.
  • Para lo bueno y lo malo, tenemos que confiar en nosotros mismos.