Esos sabores aun los siento en mi estómago, de plano cuando uno está triste y no puedo tomar alcohol a mis anchas por tener a la familia conmigo (porque por lo menos nunca me pongo ebrio cuando estoy con la familia), mi sustituto para el alcohol fue la comida. La depresión hace que cambiemos unas cosas por otras, por eso en vez de tomar alcohol en estas situaciones me empaqué todo lo que hubo para la cena de navidad en grandes proporciones.
Lasaña, pavo relleno, caldo de camarón, bacalao a la vizcaína, ensalada de manzana y flan. Aun siento que mi estómago ni los procesa por completo. Casi siento que tengo el metabolismo de una vaca.
Ya necesito ponerme bien ebrio!!!!!
2 comentarios:
Deberíamos formar un club... me pasó (y pasa) justamente lo mismo. Comparto el dolor "de panza" por haber comido. Maldita moda esta la de la depresión en navidad.
Yo te entiendo, también necesito ponerme ebria, aunque muchos dicen que soy muy joven para entregarme al alcohol... llevo 2 meses sin tomar. Aahh!!!
Suerte. Ciao
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