Ayer de plano me aseguré que el día que me muera no voy a ver mi vida frente a mis ojos con la pinche musiquita corporativa del banco. Llegué a pensar eso porque en todo momento, con llamadas dentro del banco, por mi trabajo, a cada rato escuchas esa tonadita que ya me tiene harto.
Pero afortunadamente ya sé que no se escuchará cuando esté a unos segundos antes de morir; es un alivio porque no quería que en mi muerte fuera tan vergonzosa como para en mis últimos momentos tuviera que mentársela nuevamente al banco... que diría San Pedro que ya casi estando en la puerta del cielo (ajá) y yo mentando madres ahí.
Iba con mi carro con velocidad moderada sobre una de las principales vías de Pueblétaro, pero veo que la gente se empieza a detener bruscamente y pues como ya los conozco que aquí de repente se paran en seco por NADA. Pues enfrené y al momento de reducir rápidamente la velocidad veo que en el pavimento hay una mancha de aceite.
Cuando uno se encuentra en una situación similar, lo mejor es seguirse sin disminuir la velocidad o acelerar un poco, pero esas opciones no las puedo hacer porque frente a la mancha ya estaban los carros detenidos. Ya un par de segundos después ya ví que casi no tenía el control del carro, viré a la derecha y comenzó a girar sobre su propio eje perpendicular al pavimento (un trompo).
Tratando de mantener entre volantazos desesperados la dirección, logré no pegar a un vehículo que estaba a mi lado, pero de los demás veía que pasaban a lado con gran velocidad y afortunadamente no hubo ningún trailer porque si hubiera habido alguno, ahí me hubiera chingado. Ahí fue cuando ví mi vida pasar y por un momento pensé que ya me iba a ver involucrado en esos accidentes que uno solo ve en carretera con carros chocados y sangre en el pavimento, ambulancias y gente espantada.
Pero no contaba con que mis ángeles guardianes son bien chingones, terminé de girar y quedé volteado en sentido contrario, quedando de frente a los demás conductores que ya se habían detenido. Lo único que hice fué disculparme con un ademán que hice con mi mano, enderezar el carro lo antes posible y salir de ahí antes de hacer más trafico. Ya mas adelante ya pude detenerme a temblar a gusto y fumarme un cigarro (yo ni fumo).
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