Estoy conciente de que tengo traumas grandes que no los he podido superar y por ello casi siempre estoy a al defensiva. Me cuesta mucho trabajo creer en lo que me dice la gente y no puedo evitar sentir que me miente cuando no debería haber necesidad. Siempre lo he dicho y es lo que yo quisiera, que siempre me dijeran la verdad de las cosas. Por más cruda, ruda y decepcionante que sea, me interesaría conocer la verdad.
Habitar dentro de mi mente, para otros, sería un infierno, tengo muchos pensamientos entrelazados, opiniones, percepciones, sentimientos y reflexiones con el simple hecho de caminar, ir en el carro o mirar algo. No quiero decir que por mirar algo hago solo esas acciones acerca del objeto a observar; lo que hago es, aparte de referirme a lo que estoy mirando, estoy pensando en muchas otras cosas muy diferentes o en el mejor de los casos, hilo una serie de pensamientos a partir del objeto observado hasta que evolucionan a algo muy diferente.
Un ejemplo sería que, si miro un perro negro en la calle, pienso en si tendrá dueño, si será viejo o joven, si estará perdido, en que se parece a mi perro, en aquella vez que se perdió y caminé kilómetros para poder encontrarlo, en que hubiera pasado si no lo hubiera encontrado, en que mi mamá se hubiera puesto muy triste, en que la hipertensión de mi mamá le hubiera afectado más, en que los animales son muy buenos con los humanos, en que mis gatos los extraño, en la forma de que me recibe el perro al llegar a casa es diferente desde que lo “rescaté”, etc. Todo eso lo pienso en unos cuantos segundos y para eso, mi vista ya enfoca alguna otra cosa con la cual se vuelve a repetir el ciclo.
Lo anterior, junto con todos los problemas que tengo en mi cabeza hacen que se traslapen las ideas e imágenes y estoy consiente de que tanta información, tan contraria y apabullante podría volver loco a algún burócrata de acá del trabajo en donde lo más emocionante que les puede pasar en la semana es cuando se compran una playera de la empresa.
Contrariamente a lo anterior, algunas personas me han dicho directamente que a veces solo quieren verme porque les causo una sensación de paz. Que un abrazo mío hace que se tranquilicen de los posibles problemas que tengan y que les gusta mucho la paz que “irradio”. La verdad no creía mucho en eso porque yo no me siento nada tranquilo. Amigas y sus familiares dicen que les gusta cuando los visito para estar agusto un rato (siempre soy utilizado para todos los fines menos para los que yo quiero).
Como sea, ellos son personas que me conocen y luego lo entiendo porque no soy una persona que cuente sus problemas, éste blog es el lugar dónde los cuento. Pero alguna vez asistí a alguno de los cursos chafas que nos dan el Tec por parte del banco; había llegado tarde y hasta sentí que entré al salón con prisa. La profesora me permitió el acceso y guardó silencio mientras tomaba asiento. Una vez que mire al frente noté que no había apartado la mirada de mí y dijo: “Vaya, con que paz llegaste y elegiste lugar, sentí mucha paz y hasta me tranquilizaste” Guardó silencio como por 5 segundos como si reflexionara de algo y continuó con la clase.
La verdad no creo que yo de paz. Creo que solo doy hueva.
Habitar dentro de mi mente, para otros, sería un infierno, tengo muchos pensamientos entrelazados, opiniones, percepciones, sentimientos y reflexiones con el simple hecho de caminar, ir en el carro o mirar algo. No quiero decir que por mirar algo hago solo esas acciones acerca del objeto a observar; lo que hago es, aparte de referirme a lo que estoy mirando, estoy pensando en muchas otras cosas muy diferentes o en el mejor de los casos, hilo una serie de pensamientos a partir del objeto observado hasta que evolucionan a algo muy diferente.
Un ejemplo sería que, si miro un perro negro en la calle, pienso en si tendrá dueño, si será viejo o joven, si estará perdido, en que se parece a mi perro, en aquella vez que se perdió y caminé kilómetros para poder encontrarlo, en que hubiera pasado si no lo hubiera encontrado, en que mi mamá se hubiera puesto muy triste, en que la hipertensión de mi mamá le hubiera afectado más, en que los animales son muy buenos con los humanos, en que mis gatos los extraño, en la forma de que me recibe el perro al llegar a casa es diferente desde que lo “rescaté”, etc. Todo eso lo pienso en unos cuantos segundos y para eso, mi vista ya enfoca alguna otra cosa con la cual se vuelve a repetir el ciclo.
Lo anterior, junto con todos los problemas que tengo en mi cabeza hacen que se traslapen las ideas e imágenes y estoy consiente de que tanta información, tan contraria y apabullante podría volver loco a algún burócrata de acá del trabajo en donde lo más emocionante que les puede pasar en la semana es cuando se compran una playera de la empresa.
Contrariamente a lo anterior, algunas personas me han dicho directamente que a veces solo quieren verme porque les causo una sensación de paz. Que un abrazo mío hace que se tranquilicen de los posibles problemas que tengan y que les gusta mucho la paz que “irradio”. La verdad no creía mucho en eso porque yo no me siento nada tranquilo. Amigas y sus familiares dicen que les gusta cuando los visito para estar agusto un rato (siempre soy utilizado para todos los fines menos para los que yo quiero).
Como sea, ellos son personas que me conocen y luego lo entiendo porque no soy una persona que cuente sus problemas, éste blog es el lugar dónde los cuento. Pero alguna vez asistí a alguno de los cursos chafas que nos dan el Tec por parte del banco; había llegado tarde y hasta sentí que entré al salón con prisa. La profesora me permitió el acceso y guardó silencio mientras tomaba asiento. Una vez que mire al frente noté que no había apartado la mirada de mí y dijo: “Vaya, con que paz llegaste y elegiste lugar, sentí mucha paz y hasta me tranquilizaste” Guardó silencio como por 5 segundos como si reflexionara de algo y continuó con la clase.
La verdad no creo que yo de paz. Creo que solo doy hueva.
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