lunes, noviembre 08, 2010

Cambio de casa.

Desde hace tiempo debí cambiarme de casa, pero me resistía a pesar de pagar mucho de renta.

En esa casa, aunque no me gustaba estar en la planta baja, lo escogimos mi novia y yo. Era un condominio que estaba en una colonia no muy buena, pero teníamos vista hacia la pista de correr y a las pequeñas áreas verdes. El los días se sentía mucha quietud, casi no había niños ni fiestas de los vecinos. Tuvimos tele por cable gratis por 8 meses y el Internet de los vecinos nos llegaba con potencia en la señal para hacer uso de él.

En esa casa, mi novia y yo pasamos días muy divertidos jugando el xbox, cocinando o escuchando música. La verdad casi no hubo sexo, ella ya estaba muy débil y las últimas veces acabábamos en el hospital con su presión arterial muy alta. Pero quizá fue un factor para conocernos y querernos. Yo no entiendo porqué la gente dice que lo más duro de casarse es vivir con alguien. En nuestro caso no la pasamos tan bien viviendo juntos que lo extrañamos.

Pero también hubo días muy tristes, depresiones y llanto por que sabíamos en el fondo que nuestra realidad no es como la de cualquier pareja normal. Que teníamos que enfrentar las hemodiálisis tres veces a la semana y de esperar a un trasplante para tener la esperanza de vivir una vida casi normal. Después de la operación ella me visitó un fin de semana; lloramos mucho por desahogarnos por todo lo que paso, porque por un momento pensamos que ella ya jamás volvería a visitar esa casa ni ninguna otra en donde yo estuviera.

También estuve viviendo, completamente solo, por 5 meses. Tuve borracheras con mi soledad y jornadas maratónicas con el Rockband. También hubo algo de pasión dentro de ella en el último mes. Y creo que por todo lo que pasamos, por las situaciones nuevas, extrañas, tristes y divertidas me negaba a buscar otro departamento. Esperé hasta el último momento para buscar algo y lógicamente no encontré algo bueno. Tuve que vivir por un mes con una persona que con el poco tiempo de conocerla se ha convertido en una gran amiga.

Al entregar la casa, realizando todo el inventario y de despedirme de ella, casi le digo al casero que por favor la cuidara mucho. Hubo tanto amor dentro de ella que es difícil dejarla tan fácilmente. Ya sin las cosas personales, limpia y sola, apagué la última luz de la sala, ya era noche y ví por última vez la vista que tenía al llegar después del trabajo y caminar unos pasos para ver a mi novia esperándome dormida en el sillón.

A seguir con otro lugar para vivir, no me queda de otra.


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